La muerte del famoso cantante Michael Jackson ha reunido, aunque sea por última vez todos fans. Quizá suene tópico pero se ha muerto el negro que quería ser blanco justo después de su país tiene el primer presidente de color. Se ha muerto (o le han dejado morir) el niño que nunca lo fue. El eterno Peter Pan cuyo padre (sí el que lleva un anillo en la oreja, cual pirata) apuntaba con un arma a los chicos cada vez que se equivocaban en el paso de baile. Y así pasó el tiempo. Y todo lo que tocó lo hizo oro. Se enriquecieron a su costa y el se empobreció. Se cuenta que en una visita a Japón con un caché de 700.000 dólares, tan sólo se quedó con 1000 después que cada participante cogiera su parte... La madre biológica de dos de sus hijos asegura que el esperma no era de él y su esposa Liza M. Presley tampoco se quitó las telarañas con él. Miserias que más que hacer reír hacen reflexionar sobre la soledad de la fama. No fue muy astuto cuando declaró que se iba a la cama con niños (cuando unos 45 años) y la sociedad americana le juzgó y le condenó. Y aunque pagó enormes sumas de dinero quedó manchado. Yo de su padre no sacaría pecho y ni mucho menos me sentiría orgulloso.
Y en lo musical, ¿qué quieren que les diga? Yo en 1988 fui ha ver a Bruce Springsteen. Instrumentos de siempre y música en directo. Sin efectos especiales. Sin colorines, ni bailarines, ni láser, Nada más que música. En cambio él, inventó unos pases de baile, en 1983 y desde entonces no cambió nunca más. Añadió, fuego, humo, y todo cuanto disfrazara y ocultara al verdadero personaje. No me gustó su música por eso, por artificiosa. Tan sólo me quedo con esta pieza, que sí es muy buena. Todo hay que reconocerlo:
Se trta del video de Billy Jean más “Fortuna, imperatrix mundi” de Carmina Burana de Carl Orff. Un monaje que sirve de tributo a un tema excelente:
© Manel Aljama (junio 2009)